El niño canario, anida tranquilo en mi lecho,
luce su cabello claro como soleado,
y aunque su tierno llanto a diario me ha
desvelado,
el niño canario anida tranquilo en mi pecho.
Vuela alto donde sus sueños están al acecho
de hallar un nuevo cielo más bello y soleado,
quedando en su rostro cual un beso dibujado,
las sombras mágicas de sus ánimos maltrechos.
El niño canario se duerme al atardecer,
reposando en silencio el orgullo de ser hijo,
la ventaja de ser ave, en los cielos de amor.
Mi niño el canario, anida en su inmenso
placer,
quizás vuele mañana, o camine desprolijo
basta que es mi niño, canario, bello y cantor.
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